¿Cuáles son las manifestaciones de un duelo normal en los niños?
Cada niño reacciona de una manera diferente ante la pérdida de un ser querido y estas reacciones vendrán determinadas por la edad y su desarrollo cognitivo.
En niños muy pequeños, menores de dos años, que aún no comprenden el concepto de la muerte, las manifestaciones de duelo vienen determinadas por lo pronto que una persona haya asumido el papel protector del fallecido.
Los niños mayores de cinco años ya pueden comprender qué es la muerte, por lo que su duelo será más parecido al del adulto, pero con ciertas limitaciones por su edad.
Las manifestaciones del duelo infantil suelen incluir: negación, tristeza, sentimientos de culpa, sentimientos de ira, confusión, temor y ansiedad, labilidad afectiva, cambios en el apetito, alteraciones del sueño, aislamiento, conductas regresivas, somatizaciones y falta de motivación.
El duelo conlleva una gran comprensión cognitiva de toda la situación, por eso en los niños, en los que el desarrollo cognitivo no es completo, surgen determinados pensamientos:
· Perplejidad y confusión: Parecen confundidos sobre lo que ha ocurrido o se niegan a creerlo. Es posible que pregunten dónde está la persona fallecida o que la busquen.
· Regresión: Se pegan al padre superviviente, se quejan, vuelven a hacerse pipí en la cama, piden un biberón, se chupan el dedo...
· Ambivalencia: A algunos niños parece no afectarles la muerte y responden ante la noticia con preguntas o afirmaciones inadecuadas. Aunque sea una reacción desconcertante, es común y significa que no ha aceptado o afrontado la muerte, pero comprende lo que ha sucedido. Lo más habitual, es que el niño alterne fases de preguntas y expresión emocional, con intervalos en que no menciona el tema. Suele sentir rabia y enfado por haber sido abandonado, y puede expresarla de muchas maneras: irritabilidad, pesadillas, juegos ruidosos, travesuras…Es frecuente que dirijan el enfado hacia un familiar cercano.
· Expresan su dolor a través de los juegos: Con sus compañeros y amigos pueden jugar a morirse, al entierro…Todos estos comportamientos son normales y tienen que ser respetados como necesarios para que el niño realice de forma adecuada el duelo.
· Toman a sus padres como modelo: Se pueden mostrar los propios sentimientos de dolor y tristeza delante del niño, excepto manifestaciones violentas. Cuando le mostramos lo que sentimos, el niño nos percibe más cercanos, y es más fácil que nos cuente lo que le está pasando. Un padre o una madre que no se inmute después de una muerte para no entristecer a sus hijos, puede hacer que éstos "congelen" sus emociones. O si muestra cólera, un dolor extremo o una conducta histérica, su hijo puede imitar este comportamiento.
· Miedo a morir u a otra pérdida: Los niños más pequeños creen que la muerte es contagiosa, por lo que les preocupa que el padre o la madre superviviente también los abandone. Se preguntan qué les ocurriría y cómo sobrevivirían. Se les debe explicar que no tienen nada que temer.
· Establecen vínculos afectivos: Aunque el niño sepa que su ser querido ha muerto, siente necesidad de seguir manteniendo una relación afectiva, y así, la persona fallecida puede por un tiempo convertirse en una persona imaginaria. En algunos casos, se puede ayudar al niño dándole algún objeto personal del fallecido para que lo conserve como un recuerdo precioso y una forma de unión íntima con él. El niño puede establecer vínculos afectivos con otros adultos que se parezcan al difunto o tengan unas cualidades similares (un familiar, la maestra, el psicólogo...). Esta conducta es bastante común y no significa que los padres no satisfagan las necesidades del niño.
· Comprueban la realidad: Al principio es posible que parezca que saben y aceptan lo que ha ocurrido, pero después, al cabo de varias semanas o meses, preguntan cuándo volverá o lo buscan por la casa.
Respecto a las manifestaciones sociales del duelo, se suelen presentar los siguientes patrones de conducta:
· Inquietud e incapacidad para incorporarse a la rutina.
· Falta de habilidad para iniciar y mantener patrones organizados de actividades.
· Aislamiento social que impide establecer nuevas relaciones y el alivio del estrés.
Algunos de los síntomas fisiológicos más comunes que ocurren en el duelo normal y que acompañan las reacciones emocionales son:
· Falta de apetito y otras perturbaciones gastrointestinales.
· Incapacidad para dormir.
· Llanto.
· Suspiros frecuentes
· Cansancio físico.
· Sentimiento de vacío y pesadez.
· Palpitaciones cardíacas y otros signos de ansiedad.
· Nerviosismo y tensión.
· Falta de energía y retardo motor.
· Inquietud.
· Respiración entrecortada.
¿Cuáles son las señales de alarma que indican un duelo patológico?
Hay una serie de conductas y síntomas que se deben valorar como señales de alarma y que deben ser evaluadas por un profesional si persisten más allá de unos meses tras el fallecimiento del ser querido. Éstas son:
· Dificultad para hablar sobre el padre fallecido.
· Conductas agresivas que no disminuyen y/o se transforman en comportamientos disruptivos.
· Ansiedad persistente con conductas de apego excesivo al padre que sobrevive.
· Actitudes fóbicas respecto al colegio.
· Dificultades escolares, en rendimiento y/o adaptación.
· Quejas somáticas o problemas psicosomáticos.
· Trastornos del sueño: dificultad para conciliar el sueño, despertar precoz o pesadillas.
· Trastornos de alimentación (tanto por exceso como por defecto).
· Aislamiento social
· Sentimientos de culpa y desvalorización, característicos de la depresión y la disforia.
Escrito por Elena Caraballo Ruiz-Berdejo
Psicóloga general sanitaria.
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